La semana pasada fue una semana de locos, porque fuimos a la Escuelita de verano en la iglesia de mis papás, y estuvimos disque ayudando, no mucho, pero algo es algo, al menos con la reseña, tomando fotos y videos para preparar un demo.
Y el que se llevó todos los aplausos y la ovación de pie fue el marciano loco, ya que era el más pequeño de todos, y lo expulsaron diariamente Pobrecito mi chaparrito incomprendido, el sólo quería jugar con el abanico y colorear las paredes … pero consiguió no 1 ni 2 novias, tenía su propio harén!
Bola de lagartonas aprovechadas…
Concluimos la semana patrocinando el postre del evento de clausura, que con pretexto de la parábola del sembrador me dio chance de realizar el proyecto de las verduritas, a las que añadí un par de frutitas: sandía y cereza, y lo que me llamó más la atención es que incluí en las decoraciones tamarindo y chicles, pensando “a ver si no me los avientan”, pero resultaron ser los más pedidos y los primeros en acabarse! No cabe duda que los niños son los mejores clientecitos, ellos no rechazan nada que les parezca bonito, y además, esté bien rico.
En la clausura pudieron ir los papás a convivir con los niños y ver una exposición de los trabajitos que hicieron durante la semana, y se me hace que hubo muy buen ambiente, ya en general
Y hoy, de ésos días en que la flojera reina en el ambiente, la niña chef y yo hicimos un caldito tlalpeño y Spritz de limón
Y me retiro, con éstas bonitas imágenes, byeeee:
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