Un domingo como cualquiera, sólo que después de muchas semanas, incluso meses, me salí a correr al atardecer
Los que son aficionados de las carreras comprenderán a la perfección lo que voy a contar
Hoy me abroché mis tenis, me puse mis artilugios especiales para correr y comencé a caminar: concentradita, calladita, tarareando en la cabeza las canciones que sonaban en el iPod, y poco a poco empecé a levantar los pies con más ánimo, pero unos cuantos kilómetros después me “subí” : ya la música no se oía, no puedo contar qué cosas estuve pensando, si es que lo hice, empiezas a integrarte con el entorno, las personas pierden el rostro, el horizonte se pierde, y empiezas a correr en estado “automático”, ni siquiera se si decir que estás concentrado o desconcentrado, las endorfinas a todo lo que dan te hacen sentir una cierta felicidad/tranquilidad, como estar soñando despierta
No recordaba bien ésa sensación, a lo mejor también influyó el hecho de que el parque se vació, o quizá es porque al salir a correr trato de tener ése tiempo para mi misma que no puedo tener en todo el día, entre mis actividades, la familia y el estrés con que se vive en ésta ciudad: hoy volví a correr y sentí una dicha muy particular que se siente cuando estás haciendo algo que te apasiona; tal vez hayan sido los aromas de los árboles casi al entrar la primavera, la temperatura tan ideal de ésta tarde, no sé, pero lo que sucede fisiológicamente en mi cuerpo al correr, es una experiencia que siempre me hace sentir más viva, hasta inspirada… regreso con muchas buenas ideas, desecho enojos y corajes, y descanso súper aguuuuuusto
¿Y qué tal que llegando estaba el asador puesto y la arracherita encima??? Ah loca!, ya me voy, me esperan unos buenos pedacitos de proteína, hasta lueguillo!
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